Ir a terapia

Aunque cada historia es única, hay algo común en muchas personas que llegan a consulta: un momento de cansancio emocional, de confusión, o la sensación de haber llegado a un límite. A veces es una ruptura, un duelo, un síntoma ansioso. Otras veces, simplemente una inquietud persistente que no se puede ignorar.

Ir a terapia no es solo para “cuando estamos mal”. Es también un espacio para crecer, para conocerse, para revisar patrones que ya no nos hacen bien. Puede ser incómodo al principio: hablar de lo que duele, poner en palabras lo que nunca se ha dicho, empezar a nombrar lo que se ha callado durante años. Pero ese es, justamente, el poder del proceso.

En consulta trabajamos con personas que atraviesan transiciones vitales, crisis personales, síntomas emocionales o cognitivos. Cada encuentro se construye con respeto, escucha y presencia. No hay fórmulas ni recetas rápidas: hay acompañamiento humano y profesional.

Si estás considerando ir a terapia, quizá esta sea la invitación que necesitabas para darte permiso. Empezar a hablar de lo que te pasa puede ser el primer gesto de cuidado contigo misma/o.

A veces, el primer paso es solo decir: necesito ayuda.

Siguiente
Siguiente

El cerebro se somete a un gran "recableado" después de los 40 años